Javier Surasky
Oficial de Programas Gobernanza y Financiamiento para el Desarrollo Sostenible
j.sursky@cepei.org
La irrupción de la COVID-19 y sus efectos en la vida internacional han obligado a todos los actores de las relaciones internacionales, gubernamentales y no gubernamentales, a modificar prioridades y marcos de trabajo. Dos agendas fueron lanzadas en paralelo para crear respuestas a las nuevas demandas surgidas de la crisis:
- La agenda de la urgencia (no propagación y contención social), centrada en hacer frente a las consecuencias socioeconómicas de la pandemia y en contener su expansión.
- La agenda del mediano plazo (recuperación), pensada para ordenar las sociedades pos-COVID.
Una tercera agenda de promoción del desarrollo sostenible comenzó a dar marco a estas dos, y acabó expresándose en el llamado del Secretario General de la ONU para “Reconstruir Mejor” (Build Back Better), que luego pasó a “Proconstruir” (Build Forward Better).
Seguimos en medio de la pandemia. Y, en consecuencia, debemos evitar hablar de pos-COVID-19 en tiempo presente.
Sin embargo, pensar el mundo de la pospandemia sigue siendo una tarea urgente. Conocer las causas que nos empujaron a la situación actual para evitar su repetición, tener un mapa completo y apoyado en evidencia para evitar falsos pesimismos y optimismos, y comenzar a planificar el futuro desde ahora es necesario para no quedar a merced de los contextos.
Con las agendas de respuesta activas en todos los rincones del mundo, crecen los debates sobre la planificación de la recuperación. Para comprender dónde nos encontramos y hacia dónde nos estamos dirigiendo, debemos examinar las dos agendas existentes, sin perder el marco mayor de un desarrollo sostenible para todas y todos, un proyecto global acordado en 2015 y más vigente que antes.
La agenda de la urgencia: primeras respuestas a la pandemia
Uno de los mayores problemas para hacer frente a la pandemia quedó expuesto de forma inmediata con su aparición: la débil gobernanza internacional y la fragilidad en que se encuentra el multilateralismo afectaron la posibilidad de construir medidas rápidas y eficaces de respuesta a la COVID-19.
Esa incapacidad de reacción coordinada a nivel global (e incluso regional), llevó de forma natural a que las estrategias de contención y acción inmediata frente al virus tuvieran bases nacionales, aún cuando tuvieran repercusiones internacionales.
La restricción de movimientos y la imposición de cuarentenas fue una de esas medidas. Establecidas a nivel nacional o subnacional por casi todos los países del mundo, su duración e intensidad varió considerablemente entre países y se dio sin coordinación siquiera entre Estados vecinos.
Las principales medidas tomadas por los Estados pueden resumirse en cuatro grandes grupos
Orientadas al cuidado de la salud
- Fortalecimiento de urgencia de los sistemas públicos de salud (compras de respiradores, aumento de capacidad de camas en unidades de cuidados intensivos, instalación de hospitales y centros de salud de emergencia)
- Testeo de posibles contagiados y contactos estrechos, incluyendo diferentes esquemas de seguimiento de casos potencialmente positivos
- Distribución gratuita de elementos de cuidado (máscaras, alcohol en gel, etc.)
- Campañas de información sobre la enfermedad producida por la COVID-19 y medidas sanitarias de prevención
- Lanzamiento de campañas masivas de vacunación
Orientadas a la protección de grupos vulnerables
- Medidas focalizadas en personal sanitario
- Medidas focalizadas en personal docente
- Medidas focalizadas en otros grupos considerados “esenciales” (desde fuerzas de seguridad hasta empleados de comercios de provisión de bienes básicos)
- Medidas focalizadas en adultos mayores
- Medidas focalizadas en personas especialmente en peligro que requieren acceso prioritario a vacunación
- Medidas focalizadas en personas que carecen de un espacio seguro de aislamiento social
- Medidas focalizadas en mujeres, niños, niñas y adolescentes en riesgo (por ejemplo, en razón de casos de violencia doméstica)
Predominante sociales
- Esquemas de permanencia dentro del hogar
- Cierre de espacios de trabajo y promoción del teletrabajo
- Cancelación de espectáculos públicos
- Restricciones a la movilidad al interior del país, incluyendo posibles restricciones al uso del transporte público
- Restricciones a las salidas y llegadas desde el exterior del país
- Prohibición o restricción de reuniones
- Congelamiento de precios de bienes básicos, incluyendo cuotas de alquileres de inmuebles
- Prohibición de desalojos
Predominante económicas
- Apoyo económico general (esquema de asignaciones universales)
- Apoyo monetario a trabajadores (de la economía formal) ante la pérdida de salarios
- Ejercicios de aliviamiento de deuda pública y privada (individual y empresarial)
- Alivio fiscal
No se han identificado medidas predominantemente ambientales, lo que puede entenderse en el marco de acciones de emergencia, pero señala una tendencia a la desviación en contra de la variable ambiental del desarrollo sostenible.
Las Naciones Unidas, por su parte, establecieron su esquema de acción frente a la emergencia en una estrategia basada en cinco pilares.
Necesarias, todas esas medidas implican un coste público que los países están en condiciones diferentes de afrontar, y cuyas consecuencias se harán visibles en el futuro inmediato, sin que hasta el momento se haya avanzado en establecer un sistema internacional de respuesta frente a este problema concreto.
La agenda de la recuperación: el mundo en el pos-COVID-19
Como señalamos, responder a la urgencia no hace menos necesario comenzar a pensar en la recuperación pospandemia desde ahora.
Un paso importante en esta dirección se dio con el llamado del Secretario General de la ONU a Reconstruir Mejor (Build Back Better), que apropiado por diferentes actores se ha ido convirtiendo en Proconstruir Mejor (Build Forward Better), y que en Cepei mencionamos simplemente como proconstruir.
A partir de lo que provee esta estrategia general, tenemos que:
- Las agencias, fondos y programas del sistema de Naciones Unidas desarrollaron sus propias estrategias temáticas de trabajo para la recuperación, por ejemplo, el informe de ONU-Mujeres sobre su respuesta global a la COVID-19 o la «Respuesta a la emergencia de desarrollo causada por COVID-19 – Marco de programación a mediano plazo del Programa Mundial de Alimentos”.
- Las comisiones regionales presentaron sus análisis de situación y sus recomendaciones de acción.
- Los equipos país del Sistema de las Naciones Unidas han avanzado en el desarrollo de estrategias nacionales establecidas en diálogo con los Estados implicados, por ejemplo, la Respuesta Nacional y Plan de Recuperación para la Reapertura de Escuelas en Myanmar o los planes de respuesta y recuperación socioeconómica del Sistema de las Naciones Unidas para Perú, Armenia o Egipto.
Por su parte, la Unión Europea estableció un plan de recuperación para Europa, complementario de lo que pudiera hacer cada país en particular.
De esos y otros documentos internacionales y nacionales orientados a la recuperación, podemos extraer una serie de elementos principales a considerar en el diseño e implementación de las estrategias de proconstrucción pos-COVID-19:
- La crisis de la COVID-19 ha abierto la oportunidad para introducir cambios sociales en esquemas antes sólidamente anquilosados.
- Proconstruir implica alinear los esfuerzos de recuperación con la Agenda 2030 y sus ODS, es decir, con el desarrollo sostenible.
- Un primer momento de retroceso de los ODS es inevitable, la respuesta debe orientarse a que sea tan breve como sea posible.
- Los procesos de proconstrucción deben ser participativos, abiertos y transparentes. Asegurar la participación de la mayor pluralidad de voces sociales es fundamental, particularmente la de las mujeres y de los y las jóvenes.
- La definición de prioridades y acciones implicará fuertes trade-offs entre áreas. Establecer mecanismos para su consideración y resolución debe ser parte de la proconstrucción.
- Proconstruir implica al mismo tiempo brindar respuestas a las sociedades en el mundo pos-COVID y generar mecanismos para que crisis como la que vivimos no se repitan o puedan ser mejor gestionadas en caso de ocurrir. Dos elementos centrales a tal fin son: un multilateralismo más fuerte que resulte en una gobernanza global más eficaz y una mayor atención a las consecuencias del daño ambiental sobre las sociedades humanas.
- No basta con las respuestas basadas en las acciones tradicionales, se requiere un cambio de paradigma y generar un nuevo tipo de herramientas de acción social que nos acerquen a economías más verdes, a un crecimiento económico alineado a la lucha contra el cambio climático, al desarrollo de nuevas habilidades humanas, a la innovación y al cierre de brechas de inequidad.
- La pandemia deja lecciones por aprender y buenas prácticas de acción social. Ambas deben ser sistematizadas y compartidas.
- El acceso a recursos financieros, humanos y técnicos será restringido. Los apoyos internacionales a la superación de los efectos de la COVID-19 serán esenciales y deben ser suficientes y predictibles en el tiempo.
- El acceso a datos fiables, oportunos y suficientemente desagregados como herramienta de planificación y seguimiento de las políticas de proconstrucción marcará en gran medida la eficacia de los procesos. Actualmente las brechas en esta materia son enormes y no se puede dar respuesta a las mismas sin apoyo internacional ni sin recurrir a fuentes no tradicionales de datos.
El COVID-19 Data and Innovation Centre se suma a los esfuerzos por generar los conocimiento y datos necesarios para la reconstrucción. Tomando como referencia los cinco pilares de la estrategia de las Naciones Unidas y los elementos que van surgiendo de los planes sectoriales y nacionales de recuperación, el Centro continuará facilitando el acceso a datos e información, promoviendo análisis y apoyando a los actores involucrados en los diferentes procesos de proconstrucción del mundo pos-COVID-19.