Javier Surasky
Oficial de Programas Gobernanza y Financiamiento para el Desarrollo Sostenible
j.surasky@cepei.org
La COVID-19 no llegó por sorpresa, como suele creerse, y una vez instalada como pandemia los esfuerzos globales, regionales y nacionales se centraron en contenerla y hacer control de daños. Rápidamente se comenzaron a construir estrategias de acción, como ocurrió con los cinco pilares definidos por el Sistema de Naciones Unidas para estructurar su respuesta a la crisis. Ya es tiempo de avanzar y dar el paso que lleva de la contención de la emergencia a la reconstrucción y la proconstrucción de un sistema mundial pos-COVID basado en la sostenibilidad.
Este paso es necesario y debe darse aún cuando no hayamos alcanzado todavía una etapa “Pos-COVID-19”. Precisamente, es ahora, cuando todavía la pandemia está activa, que debemos comenzar a construir los contenidos del mundo que vendrá, donde son más las incógnitas que las certezas.
Y es que como ocurre repetidamente en el campo del desarrollo sostenible, estamos en un momento en el que confluyen dos agendas: la de la atención de la urgencia, porque hay problemas como la distribución de vacunas que no pueden esperar, y la de construcción de estrategias de mediano y largo plazo; si solo resolvemos el problema de la distribución de vacunas hoy, sin modificar las bases que nos llevaron a las desiguales oportunidades de acceso a estas, el mundo de mañana estará tan amenazado por crisis globales como el de hoy.
Es momento de recordar que el título completo de la Agenda 2030 es “Transformar nuestro mundo: la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible”, y que esta incluye el capítulo “Nuestra visión de futuro” en el que los Estados Miembros de la ONU afirmaron sus aspiraciones por vivir en un mundo con igualdad de oportunidades, donde pueda realizarse plenamente el potencial humano, en el que la prosperidad sea compartida, y se protejan el medio ambiente y la biodiversidad (Agenda 2030, párrafos 7-9).
Aún en medio de la incertidumbre generada por la pandemia de la COVID-19 y sus impactos, una certeza compartida es que debemos aprender las lecciones que nos deja esta situación para construir un mundo más sostenible, más cercano al que los líderes del mundo imaginaron al redactar la actual agenda global de desarrollo sostenible. Y para ello, el rol de la Agenda 2030 como hoja de ruta plenamente vigente y útil en las nuevas circunstancias debe ser refrendado y defendido.
¿Reconstruir mejor, o proconstruir?
Antes del inicio de la pandemia, los países miembros de las Naciones Unidas habían verificado, en la que acabó siendo la última reunión presencial del Foro Político de Alto Nivel (HLPF, por sus siglas en inglés) hasta hoy, el desfase entre los objetivos y metas comprometidos para 2030 y el ritmo de avances seguido durante los primeros cinco años de su implementación. “Out-of-track” se convirtió en un mantra.
El resultado fue que en el último párrafo de la Declaración Política del primer HLPF reunido a nivel de presidentes, en 2019, los líderes mundiales escribieron “Sabemos qué mundo queremos. Nos comprometemos a acelerar nuestros esfuerzos comunes, ahora y en el próximo decenio, para hacer realidad esta visión de aquí a 2030. Es posible un cambio rápido, y los Objetivos siguen estando a nuestro alcance si asumimos la transformación y aceleramos la implementación”. El título de ese documento es elocuente: “Avanzando hacia un decenio de acción y resultados en favor del desarrollo sostenible”.
Inmediatamente, el Secretario General hizo suya la demanda y dedicó la segunda mitad del año a darle contenido. La irrupción de la COVID-19 no terminó con ese proyecto, pensado principalmente con una perspectiva de mediano plazo, sino que llevó a la necesidad de integrarlo con otro que respondiera a la urgencia. El Secretario General asumió esa necesidad y le dio un nombre: “Reconstruir mejor” (Build Back Better).
No se trataba de ninguna innovación: la había utilizado Bill Clinton en 2006 al publicar su informe sobre recuperación de Filipinas tras el Tsunami de diciembre de 2014, y ya era parte del diccionario de términos de las Naciones Unidas desde su incorporación como una de las cuatro prioridades definidas en el Marco de Sendai para la Reducción de Desastres 2015-2030, uno de los documentos adoptados en paralelo al proceso de negociaciones de la Agenda 2030.

El párrafo 32 del Marco de Sendai afirma que “Los desastres han demostrado que la fase de recuperación, rehabilitación y reconstrucción, que debe prepararse con antelación al desastre, es una oportunidad fundamental para reconstruir mejor, entre otras cosas mediante la integración de la reducción del riesgo de desastres en las medidas de desarrollo, haciendo que las naciones y las comunidades sean resilientes a los desastres”.
Sin ser específico, el enfoque de Reconstruir Mejor del Secretario General tiene como guía alinear la planificación de los procesos de recuperación pos-COVID-19 con el logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), a fin de evitar repetir prácticas insostenibles y promover cambios hacia nuevas modalidades de vida social, económica y ambiental acordes al porvenir del mundo imaginado en la Agenda 2030.
Poco pasó antes de que la propuesta fuese apropiada y adaptada por diferentes actores, incluso dentro del mismo sistema de las Naciones Unidas, y tanto a nivel regional como global que comenzaron a hablar de la necesidad de proconstruir mejor (Build Forward Better). No es solo una diferencia semántica, sino de perspectiva.
La referencia a proconstruir pone el acento y visibiliza intencionalmente el hecho de que no se debe volver a construir aquello que, en el pasado, fue una práctica de insostenibilidad. Proconstruir pone el centro de atención no en el pasado (volver a construir lo que había: re-construir) sino en el futuro: construir para el futuro como prioridad, subrayando el compromiso de solidaridad intergeneracional propio del desarrollo sostenible, bajo un enfoque integrado y holístico.

Mientras reconstruir no necesariamente implica un ejercicio de crear sostenibilidad, proconstruir solo se explica como un ejercicio creativo de sostenibilidad económica, social y ambiental.
Proconstruir requiere de todos los actores y capacidades
En Cepei siempre hemos entendido que la implementación multiactores es un principio fundamental de la Agenda 2030. Más aún, hemos defendido que el Enfoque integrado del desarrollo sostenible tiene su expresión en un enfoque de integración de actores.

Dado que proconstruir mejor implica un ejercicio orientado a futuro, solidario con las generaciones futuras, integrador de las tres esferas del desarrollo sostenible y alineado al logro de los ODS, la inclusión de múltiples actores en su gestión, desde el inicio de la planificación de la respuesta, es una condición necesaria.
El compromiso de establecer una Alianza Mundial Revitalizada para el desarrollo sostenible (ODS 17), está llamado a ocupar un lugar esencial en los procesos de planificación y recuperación en el pos-COVID-19.
El trabajo en alianzas multiactores debe responder también a la urgente necesidad de datos oportunos, fiables y desagregados que implica el proceso de planificar la proconstrucción para la pospandemia: en un marco de restricción de acceso y disponibilidad de recursos nacionales e internacionales para promover el desarrollo sostenible, contar con datos se vuelve un imperativo para lograr eficiencia y eficacia al proconstruir.
Tener acceso a los datos críticos que se necesitarán en el ejercicio de planificación, diseño de políticas, implementación de medidas y monitoreo de resultados requiere innovación y valentía en la generación y gestión de datos tradicionales y no tradicionales, originados en fuentes oficiales o en otras fuentes tanto dentro como fuera de la “comunidad estadística”.Como parte de esa tarea, y reuniendo aliados de diferentes regiones y sectores, el COVID-19 Data and Innovation Centre contribuye a fortalecer las herramientas y capacidades necesarias para proconstruir mejor.