
Jorge Umaña
Cepei
j.umana@cepei.org
I. Introducción
Según la Organización Internacional del Trabajo – OIT (2020), la pandemia de la COVID-19 ha generado efectos en el mercado de trabajo en Latinoamérica y el Caribe, al representar una disminución generalizada de las condiciones laborales, entre ellas, la disminución de las horas de trabajo y de los ingresos. Así mismo el reconocimiento de estas condiciones ha demostrado que posterior a la crisis de la COVID-19 se prevee que la reapertura de negocios y la generación de empleo se produzca de manera lenta, desigual e incierta, a menos que se produzcan y financien políticas públicas de recuperación centradas en las personas que aseguren el trabajo decente.
En este contexto es relevante entender el trabajo decente, definido por el Tesauro de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) como:
El trabajo que dignifica y permite el desarrollo de las propias capacidades, que respeta los principios y derechos laborales fundamentales, permite un ingreso justo y proporcional al esfuerzo realizado, sin discriminación de género o de cualquier otro tipo, cuenta con protección social y no excluye el diálogo social (OIT, 2004).
Desde 2015, Naciones Unidas, en acuerdo con los Países Miembros, estableció como objetivo global el Objetivo de Desarrollo Sostenible 8 – Trabajo decente y crecimiento económico para promover el crecimiento económico inclusivo y sostenible, el empleo y el trabajo decente para todos mediante el aumento de los niveles de productividad y la innovación tecnológica, así como fomentar políticas que estimulen el espíritu empresarial y la creación de empleo, además de medidas eficaces para erradicar el trabajo forzoso, la esclavitud y el tráfico humano (PNUD, s.f.).
Sin embargo, las condiciones y limitaciones de interacción producto de la pandemia de la COVID-19 han provocado una recesión histórica como se evidencia a continuación:
- De acuerdo con estimaciones del Fondo Monetario Internacional, a enero de 2021, el PIB mundial se contrajo 3,5% en 2020 con respecto a 2019, con niveles récord de pobreza.
- Según el Banco Mundial, en el 2020, la pobreza extrema aumentó entre 9,1 % y 9,4 %, equivalente a entre 88 millones y 150 millones de personas.
- Según los datos del Banco Mundial (2021), la tasa de desempleo mundial pasó de 5,4% en el 2019 a 6,4% en el 2020.
Lo anterior ha representado una crisis sin precedentes, cuyas consecuencias se ven reflejadas, en mayor medida, en las poblaciones en condición de vulnerabilidad. Según la OIT (2021), en términos relativos, la disminución de ocupación fue mayor en el caso de las mujeres equivalente a 5,0%, y mayor en el caso de los trabajadores jóvenes correspondiente a 8,7%, ambos para el 2020.
II. Cambios generados en la dinámicas laborales en Latinoamérica y el Caribe
La séptima edición del Observatorio de la OIT: la COVID-19 y el mundo del trabajo expone los cuatro principales efectos generados en los mercados del trabajo en 2020. Algunos de los efectos citados por el informe y vividos dentro de la dinámica laboral de Latinoamérica y el Caribe son los siguientes:
- Cierre de lugares de trabajo. Un 90% de la cantidad de empleos de la región se vieron afectados por la aplicación de algún tipo de medida de cierre de lugares. Estos efectos se generaron debido a que la mayoría de restricciones abarcan ciudades con alta concentración de personas o sectores específicos como el sector turístico, que se vieron afectados de forma directa por limitaciones en las interacciones y el cierre de fronteras.
- Pérdida de horas de trabajo. En América, la pérdida total de horas de trabajo en 2020 fue del 13,7%. Las mayores pérdidas se produjeron en América Latina y el Caribe equivalentes al 16,2%, siendo Brasil y México los países con mayor pérdida de horas de trabajo, 15,0% y 12,5% respectivamente durante el año. Por último, según los registros de la OIT (2021), para el cuarto trimestre de 2020, la cantidad de horas de trabajo solo disminuyó 4,6%, 130 millones de empleos equivalentes a tiempo completo.
- Ocupación, desocupación y salida de la fuerza de trabajo. Según la OIT (2021), la disminución de la ocupación fue más acusada en América. De acuerdo con la base de datos ILOSTAT, sobre estimaciones basadas en modelos de la OIT al cierre de 2020, el 13,7% que representa la pérdida de horas de trabajo en América, se desagrega de la siguiente manera: un 2,7% de desocupación, un 6,3% en no participación laboral y un 4,7% de la reducción total o parcial de la cantidad de horas de trabajo. En este contexto, muchas personas que deseaban tener empleo salieron de la fuerza de trabajo al no vislumbrar ninguna oportunidad de encontrar empleo debido a las restricciones asociadas a la COVID‑19.
- Pérdida de ingresos provenientes del trabajo. A raíz de la pérdida de horas de trabajo, en América Latina y el Caribe, los ingresos provenientes del trabajo representan una caída de 10,3% respecto a 2020, sin tener en cuenta ninguna medida de apoyo adoptada ulteriormente para garantizar los ingresos (Observatorio de la OIT, 2021).

Es evidente que este retroceso generalizado en las condiciones de empleabilidad de las personas tienen un efecto negativo en el cumplimiento de las características generales del empleo decente. Pero no solo afecta este importante componente del desarrollo sostenible, sino, también, otros aspectos que se priorizaron para no dejar a nadie atrás: la pobreza multidimensional (ODS 1), la alimentación (ODS 2), la salud (ODS 3), la educación (ODS 4), la igualdad de género (ODS 5) y, en general, condiciones de paz democrática (ODS 16).
III. ¿Hacia dónde debe ir la región? ¿Qué elementos deben tomarse en cuenta para el diseño de políticas?
Las proyecciones tanto de la OIT como de otros organismos internacionales, indican que a partir del segundo semestre del 2021 se contará con una recuperación positiva de las condiciones de empleabilidad en la región. Estas condiciones de mejora implican algún nivel de incertidumbre para tomadores de decisiones en materia de política pública, para el sector privado y para la sociedad en general, dado que la efectividad de la recuperación dependerá de una serie de factores de índole política, económica y sanitaria, en especial, los procesos de vacunación en la región, la forma en que los países sigan controlando la pandemia y la capacidad para mantener las medidas de política que fomenten la recuperación económica por medio del fortalecimiento del mercado de trabajo.
Cualquiera que sea la situación y las condiciones que la generen, se producirá una disminución de la cantidad de horas de trabajo, producto de las transformaciones de la empleabilidad durante el último año. Según proyecciones, estas disminuciones serán menores a las experimentadas durante 2020; sin embargo, se deben tener en cuenta algunos aspectos relevantes en materia de política pública, entre los cuales se encuentran OIT (2021) :
- Conservar y flexibilizar las medidas de carácter macroeconómico para los próximos años, que aseguren una sostenibilidad económica inclusiva, por medio de incentivos fiscales y promoviendo la atracción de inversión.
- Diseñar e implementar acciones que mejoren la situación de grupos vulnerables, entre ellos mujeres, jóvenes, trabajadores poco calificados y otros grupos que perciben una baja remuneración.
- Explorar y adoptar medidas que apoyen de manera específica las necesidades de sectores que se han visto más afectados por la crisis de la COVID-19.
- Fomentar políticas y mecanismos que impulsen el crecimiento del empleo en sectores en los que se registran avances a un ritmo más rápido, como el turismo y los servicios digitales.
- Promoción del diálogo social y colaboración intersectorial para aplicar las estrategias de recuperación necesarias que permitan lograr economías más inclusivas, justas y sostenibles.
Estas medidas pueden evitar una recuperación desigual e insostenible, pues se requiere diseñar y ejecutar acciones enfocadas en las personas, con el fin de disminuir los efectos de la crisis y promover mejores condiciones de empleo, ingresos, protección social, derechos de las personas trabajadoras y un sano diálogo social, que permitan el cumplimiento del Objetivo de Desarrollo Sostenible 8 – Trabajo decente y crecimiento económico desde todas sus dimensiones.
IV. Conclusión
La crisis generada por la pandemia de la COVID-19 impactó de forma negativa en la ocupación y en las condiciones laborales de toda la población, en especial, de los grupos de población más vulnerables como las mujeres y los jóvenes, implicando retrocesos en los avances logrados en materia de participación laboral en las últimas décadas. Un ejemplo de ello es el trabajo doméstico remunerado caracterizado por una alta precarización y por la imposibilidad de ser realizado de forma remota.
Al disminuir los ingresos de las familias, producto de la contracción del empleo y la economía, se han ampliado las brechas de desigualdad de ingresos, que afecta de forma directa las oportunidades y reduce la movilidad social. Una movilidad social reducida limita, a su vez, los avances de la sociedad al incrementar la desigualdad, contraer el crecimiento económico y la cohesión social a lo largo del tiempo.
Por otra parte, una cantidad considerable de personas debieron modificar sus actividades hacia el trabajo remoto, en muchos casos sin las competencias, los dispositivos o la conectividad necesaria. Además, sin condiciones adecuadas para trabajar en sus hogares, con dificultades en la administración de los tiempos de trabajo y la compatibilidad con las tareas de cuidado. Esta situación aumentó aún más la brecha de género y tecnológica.
Finalmente es claro que vendrán cambios presentes y futuros que van a generar una transformación en las condiciones de los empleos. Entre ellos se encuentran:
- La revolución tecnológica traerá nuevos empleos y con ello también surgirán nuevas oportunidades. Las ocupaciones emergentes abarcan un amplio rango de sectores como, por ejemplo, la economía verde, el análisis de datos o la inteligencia artificial. Esto va a implicar una mejora en las habilidades de sus colaboradores.
- La pandemia de la COVID-19 impulsó el teletrabajo como un mecanismo flexible de trabajo. Estos cambios impactarán la fuerza laboral al permitir que los empleados desempeñen sus funciones conectándose a través de internet. Sin embargo, muchos trabajadores, en especial en países con menor nivel de desarrollo, se mantendrán completamente fuera del nuevo paradigma del teletrabajo por contar con condiciones tecnológicas limitadas.
- Por último, de acuerdo con las tendencias del empleo, las habilidades más requeridas serán el pensamiento analítico, la creatividad y la flexibilidad, características que cruzan distintos perfiles profesionales y técnicos, los cuales cobrarán una importancia cada vez mayor. También se ha detectado la necesidad de habilidades como la autogestión, el aprendizaje activo, la resiliencia y la tolerancia al estrés.
Referencias
OECD (2021). OECD Economic Outlook, Interim Report March 2021, OECD Publishing, Paris. Recuperado de: https://bit.ly/2RaRdiU
Organización Internacional del Trabajo (2021). Observatorio de la OIT: La COVID‑19 y el mundo del trabajo. 7ª edición. Recuperado de: https://bit.ly/3u4BBw9
Organización Internacional del Trabajo (2020). Panorama Laboral 2020. Lima: OIT / Oficina Regional para América Latina y el Caribe, p. 204. Recuperado de: https://bit.ly/3gKCqq5
Organización Internacional del Trabajo (2020). Observatorio de la OIT: La COVID‑19 y el mundo del trabajo. 6ª edición. Recuperado de: https://bit.ly/32Z5wtH
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