
Patti Londoño Jaramillo
Cepei
p.londono@cepei.org
14 de septiembre de 2020
La ONU celebra sus 75 años de aniversario en medio de una pandemia que obligó a adaptarse al relacionamiento virtual y digital, lo cual no afecta el desarrollo de los discursos de los líderes en el Debate General, aunque sí limita la interlocución bilateral tan valiosa que se hace en paralelo a los discursos y eventos especiales.
Criticar el multilateralismo se ha convertido en un lugar común. Sin embargo, algunos desconocen el valor de la ONU en la creación de consensos en los temas económicos, ambientales, sociales, de seguridad y desarme, regionales, o de coexistencia pacífica, que nos afectan a todos. Sin este lugar de concertación 193 Países Miembros estarían aislados o encerrados en sus subregiones y regiones. Sin la Asamblea General no sería posible adoptar agendas universales como la de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, o postergar decisiones arbitrarias como la reforma del Consejo de Seguridad con la propuesta de 4 países que buscan ampliar privilegios injustificados, sin considerar el contexto internacional actual y el equilibrio entre los actores en cada región.

La Asamblea General 75 recapitulará acuerdos ambientales concentrados en Biodiversidad, fundamental para la salud tanto humana como del Planeta; reiterará el compromiso de rechazo a las armas nucleares; reafirmará los compromisos de Beijing en temas de mujer luego de 25 años, y, por supuesto, hará una nueva revisión a la agenda del plenario y de las 6 comisiones principales de trabajo (Asuntos de Desarme y Seguridad Internacional; Económicos y Financieros la cual incluye asuntos Ambientales y de Desarrollo; Sociales, Humanitarios y Culturales; Política Especial y Descolonización; Administrativos y Presupuesto; y Jurídicos).
La Asamblea es valiosa para concertar y mantener acuerdos para aprobar convenciones que una vez ratificadas pasan a ser leyes nacionales y permiten avanzar en las metas comunes para cumplir con agendas universales, en un mundo definitivamente globalizado como lo ha probado el COVID-19.
Crear consenso entre 193 países no es tarea fácil en medio de grandes divisiones e intereses encontrados. Toma tiempo, pero sin duda vale la pena intentarlo cada año, al ser cualquier otra alternativa inadecuada para preservar la paz y promover el desarrollo de la comunidad internacional.
Los conflictos sin resolver dependen más de la voluntad de las partes involucradas y de la negociación de las grandes potencias. Una vez esos actores se alinean, la ONU puede actuar y crear mecanismos de reconciliación. Pero la falta de acción, no siempre es por incapacidad de la Organización para cumplir sus mandatos. Su carácter intergubernamental le impide actuar sin el aval de los países y cuando uno o varios de los cinco miembros permanentes veta una resolución en el Consejo de Seguridad que trata asuntos de paz y seguridad internacional.
Por lo tanto, si hay crisis en la acción multilateral es por falta de voluntad bilateral, sub y regional de los Estados y no porque el mecanismo a disposición de todos, aunque tenga falencias burocráticas y de ejecución, sea inadecuado para responder a los retos a la paz, seguridad y el desarrollo de sus miembros.