La época digital ha traído cambios significativos en la gestión de la información para la sociedad globalizada, en la que el uso de los datos es cada vez más extenso, y es la base fundamental para que los tomadores de decisiones asuman desafíos en materia de desarrollo, especialmente cuando se trata del cumplimiento de las agendas globales.
En este contexto, la revolución de los datos promueve la integración de las fuentes de datos no tradicionales como el big data, para ayudar a solventar las falencias de información, especialmente cuando se hace seguimiento al cumplimiento de las metas de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) en el marco de la Agenda 2030. Durante los últimos años, el uso del big data ha pasado a convertirse en uno de los principales ejes de acción en escalas regionales de la nueva gobernanza de datos, impulsado por políticas de datos abiertos entre sectores e instituciones.
Sin embargo, uno de los mayores retos que radican en el uso de las fuentes no tradicionales de datos es la calidad de la información, de manera que:
📊 Los datos producidos cumplan con determinados estándares que permitan su utilización.
📊 Generen el impacto esperado en lo que se refiere al fortalecimiento de las iniciativas locales para el cumplimiento de los compromisos de la Agenda 2030.

“A cuatro años del inicio de las presentaciones que realizan los países de sus Informes Nacionales Voluntarios (VNRs) de seguimiento y examen de implementación nacional de los ODS ante el Foro Político de Alto Nivel de las Naciones Unidas, resulta evidente la existencia de brechas entre los datos disponibles y los necesarios, pero también la insuficiente calidad de los datos existentes. En sus reportes, los propios países informantes asumen sus falencias en estas áreas, solicitan apoyo externo para progresar y adoptan planes estadísticos que prevén la utilización de nuevas fuentes de datos antes inexploradas” (pág. 4).